Siempre el miedo a las
alturas nos va llenando de temores y de mareos. El mirar hacia abajo es casi un
acto de suicidio, así vamos creciendo, irónicamente sin poderlo detener pero a
la vez estresándonos mentalmente por ir en contra de la corriente, cuando es
imposible desviar el curso de lo que por naturaleza debe pasar.
Tercer nivel parece ser mucho
aunque relativamente también puede ser muy poco, miles de recuerdos embargan la
mente y el corazón, experiencias alegres, otras quizás tristes, momentos que
quisieras paralizar u otros que simplemente no quisieras recordar. Pero
definitivamente, ha sido un tiempo de crecimiento.
Da inicio una etapa en la
que ya no eres un niño, pero tampoco eres un viejo. Las herramientas están dadas
para ser quien quieres ser y para hacer lo que quieres hacer. El mundo nos
llena de estereotipos, lo que el mundo no sabe es que solo tu almohada es quien
cada noche es la cómplice de tu felicidad o tu tristeza. La palabra estereotipo
suena a muchos, sin embargo, no debes olvidar que tú eres único.
Al pasar de los años
comienzas a comprender que lo material se daña, se termina, se destruye, en cambio
lo espiritual es eterno, se queda, se marca en la vida de otros y no se
corroe. Valoras más una risa, que un
grito de regaño; aprendes a sentir la melodía de un piano y el acorde de una
guitarra que las letras y ritmos que inducen a denigrar a un alma; te llena de
energía caminar descalzo sobre la arena mojada, que caminar en una súper fiesta
con zapatos de marca; ya no importa cuantos amigos tienes en las redes sociales,
más bien cuantos de verdad están contigo en las buenas y malas.
Es un reto el empezar una década, aunque a la vez es el inicio de nuevas encrucijadas. Nadie ha dicho que el vivir
sea fácil, y es que precisamente nos ahogamos en ese cumulo de dificultades y
dejamos pasar las cosas simples, sencillas, que al final son las de mayor valor.
No importa si el día se ve oscuro, aprendamos a ser luz dentro de esa
oscuridad, para así poder enfrentar los retos que se avecinan.
El torbellino de la vida nos
hace encontrar una felicidad pasajera en cosas efímeras, en momentos que nos embriagan placeres ficticios, pero el querer ir más allá, es lo que nos lleva a
descubrir, que la verdadera felicidad está en el amor puro e incondicional, en
dar empatía y nobleza a tu prójimo, en no juzgar, en tolerar, en ser paciente y
consecuente en tus acciones y palabras. Todo esto se genera desde la humildad y
sencillez de corazón, haciendo que crezca tu amor propio y el amor hacia los
demás, de manera que allí encuentres la verdadera paz.
Desde acá el horizonte se ve
prometedor, puedes ser el ejemplo para algunos que van un paso más abajo y
puedes seguir el ejemplo de otros que van un paso más arriba. Ahora solo queda
vivir cada día como si fuera el primero, apreciando con asombro un árbol que
retoña, un pájaro que canta o una gota de lluvia que corre por la ventana. Dando
gracias por el amanecer, porque podemos mirar, oír, caminar, oler, degustar, conversar;
y ya sea que hagamos todas estas acciones o solo algunas, al final estamos
vivos y eso es ganancia. También debemos vivir como si fuera el último día,
haciendo lo que nuestro corazón desea hacer, diciendo a los demás lo mucho que
los queremos o amamos, comenzando a borrar rencores que nos hagan perdonar y
regalando suspiros de sorpresa ante cada momento distinto que nos saque de la
cotidianidad.